Extraterrestre deja mensaje en el Peru para la humanidad

Publicado en por JULIO CESAR BACA CORDOVA

Julio Cesar Baca Cordova tuvo un encuentro cercano de primer tipo con un ser del macrocosmos. Esta historia real y verdadera esta narrada en su libro proximo a publicar titulado "Extraterrestre deja mensaje en el Peru para la humanidad".

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post
V
Julio espero puedas publicar muy pronto tu libro,para que muchos podamos disfrutar de toda la enseñanza que fue entregada.........bueno son muchos los seres y mas bien los mundos que nos estan ayudando, omas bien enseñando muchas cosas para la evolucion de este hermoso planeta, yo dejo aqui esta hermosa GRAN INVOCACION haganla desde su corazon ella mueve muchisima energia para ayudar a este bendito planeta, mil bendiciones para ti julio y para todos quienes pasen por aqui gracias hermano por tu trabajo te doy gracias en nombre de este amado planeta,todo lo que aprendemos o lo que se nos entrega debe ser mostrado a todos porque asi debe ser para eso es entregada toda la bendita informacion que estamos recibiendo de nuestros amados hermanos de la estrellas......<br /> valeria<br /> <br /> LA GRAN INVOCACIÓN - (versión adaptada)<br /> Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,<br /> Que afluya luz a las mentes humanas;<br /> Que la Luz descienda a la Tierra.<br /> Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios<br /> Que afluya amor a los corazones humanos;<br /> Que Aquél que viene retorne a la Tierra.<br /> Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida<br /> Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades humanas,<br /> El propósito que los Maestros conocen y sirven.<br /> Desde el centro que llamamos la raza humana,<br /> Que se realice el Plan de Amor y de Luz<br /> Y selle la puerta donde se halla el mal.<br /> Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
Responder
J
SI DE EXPERIENCIAS PARANORMALES SE TRATA; ESTA ES UNA DE ELLAS.<br /> EL SIGUIENTE ENTONCES ES UN HECHO REAL VIVIDO POR EL AUTOR. TRASLADADO EN LA SIGUIENTE HISTORIA EN FORMATO DE CUENTO TESTIMONIO. DICHO CUENTO FUE GANADOR DEL "I CONCURSO DEL CUENTO" ORGANIZADO POR EL ISPEC EN LIMA - PERÙ EN OCTUBRE DEL 2008<br /> - UN PASO AL MÁS ALLÀ -<br /> <br /> Todo comenzó aquel día de playa en mi tierra natal Chimbote. Era verano del año 1969. El calendario marcaba domingo 16 de febrero y como de costumbre nos encontrábamos en aquel lugar de veraneo denominado “Vesique”, disfrutando de la tranquilidad y el solaz que brinda el contacto con la naturaleza marina. “Vesique” en aquellos días era un balneario poco concurrido, tal vez por la presencia de sus grandes olas, o debido quizás a la presencia en la orilla, a flor de arena, de aquel singular pez de los mares cálidos llamado “Raya”, que a cualquier bañista distraído le hacia pasar un mal rato. El tiempo de hacer contacto con este habitante de los mares, era en el instante mismo de ingresar a la playa, en el momento exacto de pisar la arena y el agua. Contacto ingrato entre el pie del bañista y la lanceta de este curioso habitante del mar. En esta visita de alegría dominguera, nos había acompañado como en otras ocasiones el primo Roberto. Él era por cierto, gran nadador, y muy entusiasta para este tipo de paseos. Siempre estaba con nosotros en aquellos momentos de solaz y regocijo familiar. <br /> <br /> Por otro lado, debo mencionar que desde muy niño, le he tenido respeto al mar y a todo lo que represente corrientes de agua. Dado que a la edad de tres años fui arrastrado por un afluente del río Santa, en un pequeño pueblito de mis recuerdos de infancia. En un paraje de campo silvestre, muy hermoso, llamado “San Dionisio”. Lugar detenido en el tiempo de mi memoria, en donde vivían Carmen y Vicente, mis queridos abuelos. Aquella ingrata experiencia de sentir que la vida se me iba a mis tres cortos años, en medio de las turbulentas aguas de aquel río, quedó grabada en mi memoria de manera traumática y es así, que al llegar a los catorce abriles, todavía no había podido superar aquel trance de desesperación y angustia que me tocó vivir a tan tierna edad. De manera que en mérito a tan funesta vivencia, se marcó una gran distancia entre el mar y yo. De tal suerte que aquel día, mi presencia en aquella playa solo se limitaba a jugar en la orilla, entretenido con algún cangrejo y que se yo, jugueteando, dejando que el tiempo pase, dibujando figuras y rostros caricaturescos en la arena mojada. <br /> <br /> Al poco rato, y a insistencia de mi madre, quien me invitara con vehemencia a ingresar al mar, me vi en medio de su anchura y belleza, con el agua que me llegaba un poco más arriba de la cintura. ¿Qué era lo que había pasado? ¿Había al fin perdido mis miedos e intentaba remojarlos en aquellas aguas? Lo cierto es -que como nunca lo imagine- me encontraba disfrutando de la frescura del mar. Esta circunstancia me hizo olvidar por un momento, aquel trauma vivido de niño y lo único que en aquellos instantes quería hacer; era dejarme llevar por aquel encanto marino. Y a medida que pasaba el tiempo -lo confieso- me sentía en plena identificación con el mar. Como si me hubiera hecho uno con él. Y es así que en medio de esta singular experiencia, el destino se hizo una vez más presente, dispuesto a dejarme -después lo supe- una enseñanza. Y que singular manera de este destino mágico, de hacer Escuela conmigo. Pues sin saber de donde, así de súbito; apareció de pronto una enorme ola que amenazaba arrastrar con todo lo que encontrara a su paso. Como que así lo hizo y en ese arrastrar me llevó consigo. Jalándome con fuerza “inmisericorde”, hacia las profundidades del mar. En aquellos instantes, la desesperación hizo presa de mí y pleno de pánico y angustia, intentaba muy a mi manera ponerme a flote, sin lograr mi objetivo. Es más, mis denodados esfuerzos por salir de aquel acuoso tormento, solo lograron hundir más mis ilusiones; las de volver a respirar aire fresco, y me fui sumergiendo cada vez más y muy a mi pesar en aquella húmeda oscuridad. Sentí de pronto que las fuerzas me abandonaban lenta y pausadamente. Lo único que me unía en ese momento con el mundo fuera de la pesadilla de aquella aguas, eran las voces alarmadas de mi familia, que a lo lejos aún podía escuchar. Angustia familiar puesta de manifiesto, al percatarse del trance en el cual me encontraba. Lo real de todo esto, fue que mi cuerpo se seguía hundiendo en las profundidades de aquel celeste océano. Ya el tiempo de defenderme de la furia de las aguas había pasado y sentía que mi existencia, poco a poco se abandonaba en un extraño y profundo letargo. Y mi mente, llevada al extremo de la angustia, comprendió que no había más que hacer; tan solo dejarme llevar por aquel instante de zozobra. Así lo hice y en contados segundos ya no sentí miedo, angustia, ni desesperación, ni nada. Solo un extraño sentir invadió todo mi ser. Una especie de tranquilidad nunca antes experimentada. Dicho en otras palabras, me sentía relajado a plenitud. En una rara sensación de felicidad y paz llevada al extremo del gozo. En una especie de lucida inconciencia, que me hizo perder el miedo de ahogarme en aquel mar chimbotano. En aquel momento de contacto con el mundo de lo desconocido, solo sentía mi cuerpo sumergido en aquellas aguas y que de alguna manera podía respirar en las profundidades acuosas. De pronto, miles de imágenes se proyectaron en mi mente. Aflorando a mis recuerdos, hechos y ocurrencias de mi vida pasada, ya olvidados. Pasajes de la historia pertenecientes a mis cortos 14 años. Y en una fracción de tiempo muy sutil, pude revivir de manera difusa - hasta aquel entonces por cierto- toda mi existencia. Pude sentir nuevamente las caricias tiernas de mi madre en el momento de mi nacimiento, Sentirme recorriendo con extrañas ansias en la fugacidad del tiempo todo lo vivido a tan tierna edad, hasta el último instante en que aquella ola gigantesca me arrastrara hacia aquel dramático suceso. Y de pronto, en una especie de mágico encantamiento, sentí que mis pies se posaban en suelo firme. Aquel prodigio continuó su curso, e invadido por una inusual intriga me preguntaba ¿Cómo podía ser aquello si me encontraba en medio de las aguas profundas de aquel mar? La respuesta no se hizo esperar y una música de celestial armonía, acompañaba en sutil murmullo este encanto prodigioso. Un caminito dulce y resplandeciente se iba formando hacia adelante. Levanté la mirada a plenitud, en la inquietud de saber hacia donde me conduciría aquel lindero. De pronto, una irrefrenable sensación de avanzar por aquella luz, alejado de todo temor, me invadió completamente. Pude entonces percatarme, que aquella ruta delineada en la poesía de aquel canto, no solo se encontraba iluminada por una extraña radiación angelical, sino que parecía acompañar mi andar, marcando cada paso que daba, con mágica sutileza, proyectando a mis odios un susurro de paz indescriptible. Todos mis sentidos se encontraban exacerbados al extremo. Mis ojos no se sintieron dañados ante aquel resplandor. Sin saber por que razones, solo me dejé llevar por el impulso de seguir y seguir hacia adelante. Aquella sutil y encantadora melodía acompañaba como dije, cada paso de mi andar. Y en aquel momento de mágica fantasía no pude evitar sentirme el ser más feliz del Universo. Mis pasos cada vez se hacían menos pausados y seguros. Muy lejos habían quedado aquellas sensaciones de espanto y horror experimentadas en el momento de comenzar a hundirme entre las aguas. De pronto, pude ver que al final de aquel camino, comenzó a abrirse una especie de portal, cuyo perfil delineaba un arco finamente diseñado. Supe en aquel momento –no se aún por que mecanismos- que detrás de aquel arco de luz encontraría la felicidad. Mis angustias se habían convertido en desconocidos anhelos; la de llegar lo más pronto posible a la cercanía de aquella extraña abertura. Un estado muy intenso de regocijo, y felicidad en sumo grado, se apoderó de mí en segundos. Simultáneamente, en un abrir y cerrar de ojos, apareció en medio de aquella entrada -que luego supe conducía y abría el camino hacia el mundo del más allá- la silueta de alguien cuyo perfil se mostraba claro y que extendiendo los brazos me parecía decir que siguiera avanzando hacia él. Su voz depositada en mi mente podía sentirse suave, dulce y aterciopelada Aquella figura en instantes se vio rodeada de otros seres que parecía que cantaban himnos de alabanza. Mis pasos cada vez más, acortaban la distancia entre aquella entrada dimensional y mis ansias. En realidad me estaba muriendo. Cuando de pronto, aquel mágico portento se vio interrumpido por el chapotear de las aguas. Y mi cuerpo nuevamente comenzó a sentir dolor, angustia y desesperación. Comencé a sentir nuevamente que me estaba ahogando -como al inicio de esta experiencia- y recién pude tomar conciencia que había tragado mucha agua. Lo que estaba ocurriendo, era que mi primo Roberto había ingresado al mar a rescatarme de las turbulentas aguas. Y de manera poco sutil, en el afán de sacarme a flote -lejos de saber por cierto de lo que yo estaba viviendo- rompió aquel encantamiento. De no haber sido así, no podría estar compartiendo con ustedes en el tiempo y en el espacio esta experiencia mágica que me ubicó entre los límites de la realidad y la fantasía, de la conciencia y la inconciencia. O tal vez entre la fantasía que logró superar los límites de la realidad. Experiencia real que me condujo a la antesala del mundo del “más allá”. <br /> <br /> P.D. Si has sido participe de una experiencia similar, escrìbela en este blog y compartela con nosotros
Responder